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Aquel discurso de Colosio

Aquel discurso de Colosio

Aquel discurso de Colosio
ACERTIJOS por Gilberto Haaz Diez

Fue un 6 de marzo. Pero de 1994. Presente lo tengo yo. En el Monumento a la Revolución, Luis Donaldo Colosio tiró aquel spitch-discurso que, dicen algunos, fue el que le costó el rompimiento con Salinas y posteriormente su muerte. De aquel discurso ‘Veo un México con hambre y sed de justicia”, se tejieron varias leyendas. Unos dicen que incomodó al patrón en Los Pinos, otros, que no, que eran valores entendidos. Lo cierto es que Colosio poco después fue abatido por un loco pistolero, Mario Aburto, sentenciado y confeso y con 20 mil Aburtos y muchas tesis de conspiración, que varios fiscales enredaron hasta el cansancio, dejando entrever que ese crimen vino desde lo más alto del poder. “Así no era”, le dijo Diana Laura al presidente Salinas, cuando lo vio al momento de descender en la pista del aeropuerto, cuando el cadáver del candidato priista llegaba al hangar presidencial, muerto, abatido por dos disparos y mil confabulaciones para sellar ese año de 1994, el de los crímenes políticos, que le cambio la cara a la nación. Leí todos los libros de Colosio, desde los más serios hasta los más jalados. Los guardo y atesoro como los de JFK, cuando fue liquidado en Dallas, Texas. Tengo a la mano el de Diana Laura, “El silencio no es ausencia”, un libro editado a su muerte, con 100 testimonios de gente que la conoció y Fernando Gamboa recopiló, de personajes de la sociedad y políticos, de su hermana, del padre de Colosio, de amigos, entre ellos Fidel Herrera Beltrán, con quien la economista Diana Laura laboró en una dependencia educativa federal, Fidel cuenta una anécdota en el libro, cuando la enviaba con Luis Donaldo a hacer un trabajo, sin saber que eran novios  y se casarían pronto, al entregarle ella la invitación a la boda; de Rosa Borunda de Herrera, su esposa, que fue gran amiga de Diana Laura, He narrado que alguna vez, al estar en el aeropuerto de Tijuana, viniendo de San Diego, se atrasó el vuelo y me fui a Lomas Taurinas a conocer el sitio donde lo mataron y a ver la estatua de Luis Donaldo. Allí, ese día de la muerte, con los disparos y la música de La Culebra, según el libro de Colila Eguía, ‘A quemarropa’, un veracruzano iba a su lado, Juan Maldonado Pereda, delegado del PRI en Tijuana. Cuando lo treparon a la camioneta, herido de muerte, la chamarra de Maldonado se cubrió de sangre del candidato, y tuvo que bajarse de la unidad Blazer, porque el cuerpo de Colosio no cabía. Aquel 23 de marzo una bala lo mató, pero lo aupó a la historia. Hoy fue fecha de aquel discurso.

LA MADRUGADA DEL TENIS

Cerró la fase del Abierto de Tenis de Acapulco, ranqueado por la Asociación de Tenis Profesional (ATP), la FIFA de ellos, es un torneo que lleva 30 años de celebrarse en México y este año la sensación era el español Carlitos Alcaraz, pero se lesionó y no llegó. Torneo que ha ganado Rafa Nadal y que tienen unas instalaciones de primera en ese paradisiaco lugar turístico, al que Cancún le arrebató todo el turismo de playa con su gran hotelería. En los dos lugares hay balazos y no abrazos. Guerrero es terrible y Cancún ni se diga, Pero el torneo de tenis se llevó a cabo sin incidentes. Las semifinales fueron ganadas por dos nombres de casi desconocidos, cayeron los favoritos, uno de ellos de un juego que se fue a tres sets y terminó en la madrugada, de más de 3 horas entre dos jóvenes americanos, Paul y Fritz, veinteañeros que serán la nueva generación del tenis, el relevo a los veteranos que ya se están yendo, terminaron cojeando ambos, agotados y con el calor de casi 30 grados, muy deshidratados, con todo y que toman sus líquidos y sus plátanos para el potasio. Luego, casi a la una de la madrugada llegó el otro juego y cayó otro de los favoritos, el danés Rune contra el australiano De Minaur, en un juego que se confió y dejó ir. La final la ganó De Minaur, pero el tenis es así, bien lo decía Billie Jean King: “Un campeón tiene miedo de perder. Los demás tienen miedo de ganar”.

 

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Magaly
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