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EL ORBE CIERRA SUS PUERTAS

EL ORBE CIERRA SUS PUERTAS

EL ORBE CIERRA SUS PUERTAS
Columna ACERTIJOS por Gilberto Haaz Diez
Hace algunos años, en 1984, el empresario español y mexicano, Tomás Aranda Varela, comenzó a edificar uno de los mejores hoteles de Orizaba, con cinco pisos y un pent-house, 72 habitaciones, elevador, restaurante, bar, salón de eventos, estacionamiento para veintitantos autos. Yo Mero recuerdo cuando las Ferias Expori, que era el lugar sede para los artistas y allí mismo llegaron a desayunos de trabajo los gobernadores, Fernando Gutiérrez Barrios, Dante Delgado Rannauro y Fidel Herrera Beltrán, que un día después de una corrida de toros, con Pepe Aranda Arrojo y unos amigos, en una suite hizo un break de tiempo para ir a una cena con el rejoneador, Pablo Hermoso de Mendoza, en la finca rancho El Encanto, del bien recordado empresario, Luis Gutiérrez Príncipe. Todos los hoteles están llenos de historia, en muchos de ellos se han hospedado gente valiosa, artistas, empresarios y gente común. Yo Mero llegué casi a inaugurarlo y una mesa reservada a mi nombre me servía para leer los varios periódicos que había entonces, eran tres, ahora solo queda uno, El Buen Tono, y terminando de leer y de saborear un café orizabeño, me iba a escribir a mi oficina que está solo una cuadra, todo en el primer centro. Allí cultivamos una amistad con Blanquita, que en la recepción era y es mujer eficiente, con Doris, en la caja del restaurante, con los meseros, Manuel Pavón (33) y Raúl Barranco (39) y Beto, de gran antigüedad. Toño, el mil usos y todólogo, los gerentes, Marco y René, y todos los empleados, incluidos los de cocina, que en una u otra forma allí servían los famosos tirados, como en La Parroquia, o los huevos rotos, como en Casa Lucio de Madrid. Hoy cerró sus puertas, una nueva administración lo toma y lo va a cerrar para remodelarlo, la clientela lo va a extrañar. Cierran en el punto más alto del turismo, cuando en Orizaba los fines de semana ocupan la hotelería en casi un 85 o 90 por ciento. Hotel muy céntrico, lleno de historia, a solo unos pasos de la peatonal calle Madero y otros cuantos pasos del Teleférico y del Puente Bicentenario y a tres cuadras de Catedral y El Palacio de Hierro. Te puede interesar: Los 32 años de Crónica Tierra Blanca

SE LE VA A EXTRAÑAR

Los que allí nos volvimos clientes consuetudinarios, lo vamos a extrañar en el tiempo que permanezca cerrado. Yo Mero quedo en la orfandad cafetera. Seguro lo remodelan para volverlo más moderno y quizá brincarle una estrella y pueda ser abierto al público o, en su modalidad de Airbnb o para la clientela que utiliza los cuartos. Orizaba ha cambiado. Se transformó en unos años. De ser una ciudad que solo llegaban agentes vendedores de paso y familiares que arribaban en fin de año a convivir esas fechas, ahora es ciudad de gran turismo, el alcalde Juan Manuel Diez Francos quiere llegar al millón y medio de turistas en un año, y ahí va arañándolo, han creado más turismo con Casavegas, un sitio del Medioevo, donde allí todo es un cuento y hay que saber contarlo, y el Tobogán de la Montaña y los 15 parques que son útiles para diversión de los niños y la gran Alameda Cri Cri, que no hay otra en el país, a excepción de aquella Alameda de CDMX de la avenida Juárez, que fue reducida después del temblor que tiró el hotel Regis. Los hoteles en Orizaba han ido creciendo en clientela. El Orbe era uno de ellos. Los fines de semana, su estacionamiento se saturaba y los cuartos se ocupaban, los normales y las suites. Con sus balcones a la calle, con el comercio rodeándolo, atrás quedarán los días y los años cuando la familia Aranda Arrojo, con el patriarca, don Tomas, lo construyeron y era uno de los más modernos de la ciudad, lo sigue siendo, y su cercanía con todo el centro de la ciudad lo hace un lugar ideal para los turistas, que pueden caminar su rio y ver los legendarios puentes que son como los de París, guardando las debidas proporciones. Cierra, pero abrirá. Una nueva administración lo tomará y seguro brindará servicio a todo el turismo. Se sortearon buenos y malos tiempos, cuando el Covid la empresa aguantó los embates de esa crisis. Gracias a todo el personal, que atendió a esa gran clientela: Dora María Morales, Raúl Barranco, Juan Manuel Pavón, Álvaro, Cristina Tenorio, Noemí Trejo, Guadalupe Hernández, Martha Dimas, Antonio Hernández, Blanca González, Mónica y Sofía, Adriana Díaz, Alberto López, Gerardo Díaz, Iris Bibiana, Oscar López, Edgar, Manuel Figueroa y Leticia Márquez, todos ellos allí sirvieron en su honesto trabajo, ojalá y encuentren nuevo sitio donde emplearse, por mi parte, agradecido con todos ellos porque, uno con algunos años y otros con poco tiempo, todos crearon la historia de ese gran hotel Orbe de la poniente 5 de Orizaba.
Rita Ortíz
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