EL PRESIDENTE Y LAS CORCHOLATAS
De la escritora Ángeles Mastretta: “Pasar por twiter diez minutos, requiere cinco horas de silencio para recuperarse”. Camelot.
Cuando el presidente AMLO se puso malito, el warnig entró a sus tres corcholatas, el cuarto, que es Monreal, solo sirve de distractor. En el cuartel de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard no entraron en pánico, pero quizá veían una sucesión adelantada, por si el presidente no regresaba y cubriera la cancha el secretario de Gobernación, el que siempre anda agusto, como lo marca la ley. Lo comenta el periodista José Buendía Hegewikcs en Excélsior: “En el país, las transmisiones del poder presidencial no suelen ser normales, como recuerda la fractura del PRI en 1988, el magnicidio de Colosio y hasta el hecho de que los últimos cinco presidentes no lograran imponer a su sucesor.
Los tres aspirantes de Morena para sucederlo están en plena precampaña y, en las últimas semanas, la lucha por la candidatura se ha avivado con ataques abiertos entre ellos. Ebrard pide “piso parejo” en la competencia interna para aceptar el resultado, pero la dirigencia morenista aplaza definir las reglas de la encuesta hasta después de la elección en el Edomex. Tampoco ha sido receptiva a su reclamo de abandonar los cargos para hacer campaña y debatir propuestas para diferenciarse, que al Presidente, al parecer, tampoco le agrada. A pesar de ello, los pullazos son cada vez más visibles.
Una Sheinbaum triunfalista ofrece cargos en su gobierno a sus rivales si gana, en una declaración que Ebrard resiste como poco “humilde” de la favorita de Palacio Nacional. En el proceso se respira tensión, aunque el tiempo de negociar con la desobediencia y el chantaje de la fractura parecen haber quedado atrás con el último que lo intentó, Ricardo Monreal, dado que ninguna tendría realmente a donde ir con la vieja práctica del “chapulineo” hacia la oposición”. El qué ‘hubiera’ pasado ya no existe. El presidente reapareció y es probable que su desvanecimiento acelere la encuesta donde va a sacar, antes de tiempo, a su candidato o candidata, según el muestreo. Esperemos.
HABLAR DE LIBROS
Pasó el Día Mundial del Libro y me he olvidado de hablar de ellos. Acabo de terminar tres extraordinarios, uno de Putin el maloso y otro de ellos es parte de la biografía de Winston Churchill dentro del entorno familiar y el último año de la guerra. Escrito muy bien por el noruego Erik Larson, husmea en la familia del gran estadista. Se llama ‘Esplendor y vileza’. Libro: ‘Se diría que sabemos todo (o casi todo) de Winston Churchill. Y, sin embargo, como en toda vida, siempre se nos escapa algo.
Y es ahí, en esos resquicios dejados de lado por la historiografía oficial o crítica, donde entra el excepcional talento narrativo de Erik Larson. Circunscrito a un período muy concreto, de mayo de 1940 a mayo de 1941, el período más cruento del Blitz, este libro narra, casi como una novela, «cómo Churchill y su círculo sobrevivían cotidianamente: los pequeños episodios que revelan cómo se vivía de verdad bajo la tempestad de acero de Hitler.
Ese fue el momento en que Churchill se convirtió en Churchill, cuando realizó sus discursos más impresionantes y mostró al mundo qué eran el valor y el liderazgo». En esta obra tenemos al gran estadista, al orador y al líder que nunca parecía perder el norte, pero también al hombre que dudaba de sus propias decisiones, al aristócrata y bon vivant que echaba de menos la juventud, al sentimental y al iracundo. El poliédrico Churchill se construyó un personaje a medida de una Historia con mayúscula. Larson lo cuenta rastreando los claroscuros de las minúsculas. Al fin y al cabo, como dijo el propio Churchill a su secretario: «Si las palabras importasen, deberíamos ganar esta guerra». Buen libro, léanlo.
DE IRENE VALLEJO
“Ulises fue un héroe épico que luchó durante diez años en la guerra de Troya y después, en su intento de regresar a su isla natal, a sus riquezas y a su esposa, vagabundeó de costa a costa durante otros diez años, conociendo todas las ansias y angustias imaginables. Perdió el rumbo muchas veces, sufrió naufragios y a menudo pareció que su destino era siempre el de perderse. De vuelta a su palacio, lo encontró ocupado por extraños y tuvo que mendigar en su propia casa. Fue en ese momento de derrota cuando se golpeó el pecho y arengó a su corazón con estas palabras: “Corazón, sé paciente, que ya en otras ocasiones sufriste reveses más duros, pero aguantaste.” Y así, aferrados a nuestra resistencia, llamando a la calma, los seres humanos dijimos las primeras palabras de una larga conversación interior”.