La foto del desastre
La foto fue icónica. Circuló en el mundo, lo mismo en diarios extranjeros que mexicanos y en las redes sociales. El presidente AMLO atorado y atascado en un Jeep todoterreno, rumbo a Acapulco. Y los comentarios comenzaron a surgir. Iba a Acapulco a atender la emergencia, que por la mañana se minimizó cuando apenas comentó un minuto del huracán y 8 minutos contra el Poder Judicial, su coco. Pero pocos minutos más tarde, alguien le informó, porque las comunicaciones estaban cortadas, que los daños eran terribles. Y haba que ir, entonces se subió a la Suburban que cambió en el camino por el Jeep atascado, y comenzaron las elucubraciones. Qué porqué no volaba en helicóptero, y comenzaron los comentarios negativos. Que el presidente ya no volaba por helicóptero por temor, que no lo hacía porque estaban descuidados por la bendita austeridad y porque el miedo no anda en burro. Al igual que los aviones, que había un montón y casi todos los vendieron, porque aeropuerto cercano había, como el de Zihuatanejo, que allí volaría y lo trasladarían en tierra. Así debió haber ocurrido cuando en la noche debió regresar en un vuelo. Algo muy misterioso esto de la agenda presidencial. Luego, se encerró con los secretarios de Defensa y Marina y la ausente gobernadora, una inútil mujer que solo ganó por el voto duro de Morena y que no ha servido para nada. Pobres guerrerenses.
LA TORMENTA PERFECTA
A Acapulco y a México y a sus autoridades, les ocurrió lo que ocurrió el 11S en Nueva York, cuando llegaron los atentados no supieron ni por dónde llegaron. O lo de Pearl Harbor, cuando vieron ya estaban siendo atacados por los japoneses, que por poco les destruyen su fuerza naval. Se había anunciado que entraba una tormenta y que, probablemente, se convertiría en huracán. Nadie le hizo caso, ni Protección Civil federal ni la autoridad local. Había que desalojar y poner en albergues a la gente con menos recursos y casas endebles, gracias a eso, a esa negligencia hubo 27 muertos y 4 desaparecidos. En 12 horas pasó de ser una tormenta tropical a huracán 5. Y eso no les perdonó ni fachadas de hoteles, ni árboles, ni comercios, ni vidas, ni toda la destrucción que llegó. No hubo culpables, porque en esos casos culpables no hay. Pero las redes sociales se encendieron y se fueron duro contra el presidente, de quien comenzaron a brotar los memes y las críticas, primero por no reaccionar rápido, le ocurrió un poco o mucho lo que a Miguel de la Madrid que, cuando el temblor del 85, apanicado no salía de Los Pinos, hasta que en el segundo día se animó a caminar. La historia no lo olvidó. Como quizá no olviden la imagen del Jeep atascado en el lodo, le criticaron por qué había desaparecido el Fonden, un ahorro de todos los gobiernos para este tipo de desgracias. Y decían, en el Congreso, donde se dieron duro, que antes se lo robaban, pero los que fueron señalados, decían que ahora también se lo roban, como Segalmex, y no llega ninguna ayuda a los estados. En el Congreso, que es donde se dan las duras batallas por la patria, la condena a la desaparición del Fonden fue la nota de toda la sesión. Todos le entraron. La peor tormenta de los últimos 30 años, los tomó desprevenidos, un gobierno guerrerense ausente, con una mujer incapaz de gobernar. Con la delincuencia haciendo de las suyas y, para la mala suerte, ahora llegaba este huracán.
LA CASCARITA DE CHECO Y VERSTAPPEN
Es el Gran Premio de México y llegan las estrellas de Fórmula Uno. Pero ayer hubo un caso muy singular. Leo en El País: Checo Pérez y su colega, Verstappen llegaron a Plaza Carso, la de Carlos Slim, y se echaron una cascarita en un campito de futbol, con Jorge Campos, Iván Zamorano, Selene Cortés, Nailea Vidrio e incluso de Arturo Elías Ayub, director de alianzas estratégicas de América Móvil. Los pilotos del equipo de la bebida energética se limitaron a ver el juego como los padres que ven a sus hijos en el parque. “¡Max, Checo, vénganse a la foto!”, pedía Arturo Elías Ayub. Jorge Campos, fiel a su estilo, se negaba a ser portero. Zamorano, exjugador del Real Madrid, se puso a darle consejos de esfuerzo a Pérez. Las estrellas de la F1, con riesgo a lesionarse, prefirieron ver todo desde fuera, bajo sus paraguas. Participaron hasta el final con unos penaltis estilo shoot out. Ahí Campos le atajó al tricampeón de la Fórmula 1 y luego le prestó sus guantes para que retara a Pérez. Fin de la cascarita.
ACERTIJOS
Por Gilberto Haaz Diez