Los Buquineros de Paris
Por Gilberto Haaz Diez
Ayer, como ratón de libros me metí a mi librería biblioteca, donde la última vez conté un poquito más de 3 mil libros. Le preparo a los niños indígenas de Tzoncolco, una camada de los primeros 500 libros, ando ya en 400, desde diccionarios hasta historias de México y de la Revolución y del mundo, para que viajen leyendo. También les enviaré unos muebles dónde sostenerlos. Ando por otros 100 para la escuela Quetzalcóatl, pedidos por Víctor Hugo Contreras, de la sociedad de padres de familia. Al ver tantos libros y encontrar algunos que he comprado desde 57 pesos, que debió haber sido hace un titipuchal de años, porque ahora valen 400 y pico, me acordé de los viejos libreros que he visto cuando ando de pata de perro por el mundo, sobre todo en París, que bien vale una misa. Al pie del Sena hay libreros viejos, venden desde libros hasta postales y fotografías antiguas. Son los buquinistas. El término buquinista (en francés bouquiniste) se refiere a los vendedores de libros antiguos y de ocasión, y desde el punto de vista etimológico, la palabra deriva de bouquin (libro y sobre todo pequeño libro, o sea ediciones de bolsillo o de dimensiones de menor tamaño que lo usual). Pinturas, cuadros, desnudos artísticos antiguos, ahora con los telefonitos puedes hacer trampa y tomar una foto, pero te reprenden con el clásico NO, que ese es idioma universal. He comprado algunas cosas allí, los Buquineros de Paris son extraordinarios, el gobierno les ayuda, no pagan impuestos y solo la obligatoriedad es que abran cuatro veces a la semana, como mínimo, para atender al turismo. Uno los ve cuando va de camino a Notre Dame, pasas al lado de ellos y siempre algo tienes que comprar. Wikipedia: Los muelles de la Rive Gauche del Sena son refugio de innumerables libreros. Los pequeños puestos, atiborrados de curiosidades, libros usados y antiguos, primeras ediciones, periódicos de otras épocas, fotografías, grabados y postales del antiguo París, se suceden a lo largo del río, aproximadamente desde el Museo de Orsay hasta el puente de Sully y desde el Louvre hasta el Pont Marie. Alguna vez con mi hermano Enrique descubrimos enfrente un vivero y le gustó una planta que se convertiría en árbol tipo álamo. La compramos y nos la trajimos de pirata en el avión de Air France, en la maleta bien forrada, la sembramos en Veracruz y nanáis, no pegó, la trajimos a Orizaba, pensando que el frio la ayudaría y tampoco. Ni madres (palabra francesa), caso similar a cuando quise traer un árbol de almendra, que en Veracruz proliferan, y dan buena sombra y en Orizaba jamás se dio. Son del calor, no del frio, pero esa es historia para otro día.
EL PIRATA FUENTE SE VA
Era una lógica, ese estadio se caía a pedazos. La nula conservación, en Veracruz donde el salitre no deja nada con vida, ni cemento ni hierro, el estadio mítico y legendario Luis Pirata Fuente, tendría que haber vivido sus mejores días. Demolerlo parcialmente era la única solución. Ya lo anunció el gobierno del estado (leído en Notiver), que, como pelota de béisbol, se va, se va y se fue. Lo harán con menor capacidad. Claro, van a demorar 17 mil años en hacerlo si no pueden con las pinchurrientas carreteras estatales, hacer un estadio debe ser cosa de gigantes. Anuncian que una empresa llamada Pegsa SA de CV, lo construirá. Pero están mal, tienen a la mano a un mexicano que frutas vendía, míster Carlos Slim, que tiene un ex yerno que es todo un chingón (palabra francesa) en arquitectura y Slim fue quien remodeló el estadio Santiago Bernabéu. La empresa constructora Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), controlada por Carlos Slim, ganó la licitación de las obras de remodelación del estadio del Real Madrid, el Santiago Bernabéu, un proyecto diseñado por el despacho español L35, que se espera que ascienda a 475 millones de euros (533.4 millones de dólares) y que se extienda durante cuatro años. Ya están terminándolo. Cui dile a AMLO que le llame a su amigo Slim y que venga a echar la mano al Pirata. Ese sí sabe cómo hacerlo.
CORREOS
Dos lectores me escribieron. Uno, coincidía conmigo de que al dictador Díaz-Canel, jamás se le debió haber otorgado el Águila Azteca, por gacho y dictador y represor de su pueblo, pero por allí me recordó que también, en tiempos de Peña Nieto se le otorgó al yerno de Donald Trump, y coincidí con él. A ninguno de los dos, a uno por represor de su pueblo y al otro por tener un suegro muy ojete. Otro, Oscar Caramón, me escribió que él conoce el estadio NRG de los texanos, y que también conoció el Astrodome de Houston, con techo retráctil, una maravilla de la construcción (Aquí al Pirata Fuente a lo más nos dan un impermeable y un paraguas, antes de que procedieran a tirarlo, porque se cae solo), dice el lector que ninguno como el Estadio Azteca, “tuve la oportunidad de pararme a media cancha en un concierto y eso era impresionante”.