Relato de un naufrago
ACERTIJOS por Gilberto Haaz Diez
Salió a pescar atún y por poco deja la vida. La historia la dieron a conocer las televisoras nacionales. Un barco mexicano atunero, rescató a un australiano, Timothy Shaddock, que se encontraba tres meses en el mar, a la deriva. Tomando agua de lluvia y comiendo pescado crudo y a su lado, una perrita, su compañera de guía, quizá con la que platicaba todas las noches cuando el viento arreciaba y cuando las tormentas llegaban. Tuvo la suerte este australiano, que un barco atunero mexicano pasara por allí y lo viera. El dueño del barco, un español-mexicano, agradeció a Dios que los puso en ruta para rescatarlo, para tenerlo con vida y el hombre se volvió famoso, como aquel relato de un náufrago de Gabriel García Márquez. O el de El viejo y el mar de Hemingway. Salió de La Paz (en Baja California Sur) rumbo a la Polinesia Francesa. Un trayecto de más de 6.000 kilómetros. Una tormenta dañó su embarcación. En Manzanillo, Colima, lo han tenido arriba del barco, en lo que se ambientaba, un helicóptero llegó, ese helicóptero que se usa para buscar cardúmenes y lo vio a lo lejos. El hombre parecía a un Tom Hanks, barbudo, flaco, ojeroso y cansado pero con ilusiones de vivir, no dejaba de abrazar a su perrita. Marinero de 54 años. Historia para un libro. Una historia que, si García Márquez viviera, la volvería a relatar. Aquel del libro estuvo solo diez días en alta mar. La perrita y su acompañante, tres meses navegó por su vida y ya quiere un diario para vender su relato. Se lo merece. No existe ya Ernest Hemingway ni García Márquez, pero hay buenos escritores latinoamericanos que volcarían esa historia del relato de un náufrago. Al pie de la embarcación había corresponsales de Australia y Estados Unidos y Europa, siguiendo ese relato de vida. Una historia increíble. De heroísmo y resistencia. A ratos asemejaba al relato del pescador de Hemingway: “Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos”. Contó que una vez se tiró al mar, queriendo suicidarse, pero la perrita mexicana lo seguía y lo jalaba para que regresara al barco. Era su salvadora y su heroína, se la llevará a Australia, dijo. Una historia digna de contar, que relate y cuente cómo fueron sus días y sus noches, las tormentas que seguro afrontó. La luna llena que veía en el mar de Cortés y esos sueños de si vivirían o morirían, ambos, él y su perrita. Cuando la soledad del mar y las estrellas eran sus únicas compañeras.
COMO REGISTRARSE
Ayer acompañé a un amigo a registrarse en la plataforma donde dio su voto a Xóchitl Gálvez. Según las encuestas publicadas por Ciro Gómez Leyva el mismo lunes, la aguerrida Xóchitl aventaja al aburrido Santiago Creel por 30 puntos porcentuales, que eso es como ir en el bólido de Checo Pérez en Fórmula Uno, y pegadito va el que, si Xóchitl gana, seguro podría ser un buen secretario de Gobernación, el hijo del expresidente, Enrique de la Madrid Cordero, un político sano, limpio, de buen discurso y conocimiento de este México que conoció desde pequeño en Los Pinos, cuando su padre era presidente. Llegamos a un Ciber del rumbo de la Concordia, porque en el Ciber los empleados son más truchas para el trámite. Abrió la página, pidió tu credencial de elector, le sacó una copia y te tomó una foto en tu mismo teléfono y listo, Xóchitl tenía un voto más para atestiguar que la Xóchitlmanía va crece y crece pese a los golpes del presidente desde su púlpito de la patria, las mañaneras. Se le pagó al empleado y asunto concluido. Una de las firmas que pide Xóchitl.
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